La luz errante...
Las minas de Mazarrón, paisaje decadente y mágico a la vez, son el escenario de una luz esquiva entre las sombras que transforma el abandono en enigmático atractivo.
Ese paisaje contradictorio nos revela mediante la luz que allí habita su dualidad: dureza y fragilidad, belleza y degradación. Si en mi niñez fue un territorio adorado, ahora no puedo sino pensar en la terrible degeneración ambiental que supone. Sólo la luz que lo envuelve y lo dibuja es capaz de transformarlo en algo soberbio.