Sguardo Visibile II - Luis Marino

Sguardo Visibile II

VENECIA, ATLANTIDA INDECISA….

 Una cittá invisibile …..uno sguardo visibile…..

VENECIA DE NUEVO, A TRAVÉS DE LA MIRADA DE LUIS MARINO.

 Este mágica ciudad que vamos redescubriendo a través de los ojos de Luis Marino, es una ampliación de aquella “cittá invisibile” que nos presentó en su primera exposición, aquella en la que quedó interpretada a través de “lo sguardo visibile”, y se vuelve a presentar ante los amantes del arte , con una ampliación en los temas, que nos hace más visible, más cercana la ciudad mágica de los canales.

No es por casualidad que de distintos instancias, todas ellas de prestigio, se le ha pedido al artista, que nos enseñe algo más de todo lo “sentido y escuchado” en su largo paseo por las calles, los canales, los puentes de Venecia. Un recorrido personal, en el que la sensibilidad y la imaginación, han sabido triunfar sobre los tópicos que, algunas veces, atosigan la ciudad de la Laguna, y no nos dejan percibir su peculiar, irrepetible atmósfera.

Ya percibimos algo más de ese misterio que envuelve Venecia, un misterio aumentado por ese silencio, esa ausencia de ruidos que imperan en cualquiera de las otras ciudades del mundo, tan apresuradas, tan caóticas, que no te dejan mirar para dentro, percibir otros sonidos, “escuchar los lugares”, que también los lugares, las piedras, las aguas hablan…

 La vida cotidiana: una puerta, en la que alguien ha dejado el periódico de la mañana, con las noticias del mundo más allá del agua, más allá del silencio.

 Un caminante bajo los soportales de la Plaza San Marco, con su pavimento de mármoles de colores, resto de antiguos esplendores cuando la Serenisima Republica de Venecia, crisol de Oriente y Occidente, reinaba entre las grandes de la época, cuando el comercio, el trasiego de los navegantes, las “botteghe” de los artesanos transformaban en maravillas artísticas las materias primas que llegaban de más allá de los mares.

 Juegos de luces y sombras en los canales; quieta el agua, como un espejo que refleja los ventanales, las puertas, las personas que circulan por las estrechas callejuelas, cuando mirando hacia arriba, parecen torcerse las torres, las Iglesias, los Campanarios, para demostrar que es verdad que la ciudad de las aguas, puede desaparecer bajo las mismas. Mil pequeñas, diminutas islas, unidas por los puentes en un recorrido totalmente irreal, que ha llegado a confirmar esa maravilla que hoy admiramos con temor a su desaparición.

 La vida en Burano, otra de las islas que se resiste a las mareas, también tambaleándose, coloreada al salir el sol, como desafío a las nieblas, seña de identidad para que las aguas la respeten, mientras muchas manos laboriosas van bordando las telas, ahora como antaño, a la puerta de las casas.

 En esa ciudad de las aguas, surgida de ellas por un milagro arquitectónico que no tiene igual y que se sostiene, siglo tras siglo, tercamente, subiendo y bajando cual Atlántida indecisa, ha encontrado Luis Marino, pintor, escultor, artista polifacético, una inspiración llena de viveza, de sentimiento, de plasticidad, que nos regala en esta exposición llena de colorido y de arte.

Esta ciudad, que a veces quiere “subir”, su famosa acqua alta, y a veces se va hundiendo poco a poco, reconocemos el vaivén de la vida misma, el movimientos de las emociones que nos conforman, el camino que recorremos hasta llegar a plasmar esos momentos de inspiración que surgen de forma sorpresiva, cuando vivimos, cuando miramos alrededor con la mirada atenta y el corazón en la mano.

Nadie se sentirá indiferente frente a estas reproducciones de personas y de momentos especiales, en unos días especiales, en una ciudad sin duda alguna irrepetible en su belleza, en su decadencia y en su resurgir, cual Ave Fénix, una y otra vez de las aguas que la quieren cubrir y arrastrar – como la Atlántida de la mitología – al fondo del mar.

 Momentos lúdicos los que pasamos cuando adoptamos otra vestimenta, casi otra personalidad en unos días dedicados al jolgorio, al exhibirse unos y otros, adoptando otras maneras, ciñéndose a la expresión corporal de algo inmaterial , un juego sutil de posturas, sobre todo de miradas. Eso expresa muy bien el espíritu del Carnaval veneciano, lento, pausado, pensado, como todo lo que se mueve por la ciudad.

 Carnavales hay muchos y muy divertidos; pero solo en Venecia esta fiesta pagana y sin limites, adopta el aire de la plasticidad, del orden en el desorden, del “ arte aplicado” : el ser humano, que se transforma, pintándose, disfrazándose, vistiéndose, riéndose, mirándose y dejando correr la imaginación. Un Carnaval que podía expresarse así , únicamente en una ciudad como Venecia, en la que el tiempo cobra otro ritmo, en la que el silencio – la ausencia de los ruidos corrientes de la vida en tierra firme – hace que se vivan momentos mágicos, momentos de “buceo” interior incluso en Carnaval, que parece una fiesta del ruido , de lo efímero y del destape.

 Cada mascara, cada dama y cada “cavaliere” lleva en su mirada y en su pintura, el reflejo de lo que querría ser, de lo que es y de lo que quiere que los demás vean de él mismo.

 Momentos de vida que son de una gran belleza, de una plasticidad exquisita, y que Luis Marino, hombre de sensibilidad artística acusada, ha sabido plasmar recorriendo esa “ciudad invisible” con otra “mirada visible” . Una mirada curiosa, atenta, profunda, que ha sido su inspiración en cada momento, en cada encuentro con personas cuya mirada le decían tantas cosas y cuyos disfraces también explicaban otras, con las que se ha parado a hablar, a comentar, a conocer….un “attimo fuggente con vocación de perdurar.

 Son estas unas impresiones personales, pero también universales, de una Venecia, siempre genial, donde todo es posible, aún lo imposible y donde todos deberíamos, al menos una vez en la vida, ir con la mirada atenta, para sentir las mil y una sensaciones que nos puede brindar.

Esta nueva exposición de Luis Marino, que fue a Venecia en un viaje de sentimientos, nos brinda una ocasión única de acercarnos más a este lugar y descubrir algo tan intangible como la belleza y la vida en una ciudad decadente…

Que de su misma decadencia ha hecho un mito y una seña que, quién la vive, no puede olvidar.

El embrujo de Venecia reside en esta explosión de sentimientos que provoca en todos los que se acercan a ella y cuando nos hace de “cicerone” un artista, es cuando realmente nos transmite algo más, algo difícil de olvidar porqué forma parte de nuestras propias emociones.

Sé que aún guarda Luis Marino, mucho material que descubrir…muchos sentimientos que mostrarnos, mucho arte en estas fotografías que son el reflejo de su especial mirada…LO SGUARDO VISIBILE, que ha querido compartir con nosotros y que nos hace también a los demás cómplices de esa MIRADA atenta, acertada, llena de sentido.

 El ARTE DE VER LO INVISIBLE, en esta Exposición está más claro que nunca…y sabemos que aún hay más..

Gracias amigo. Amigo de todos los que visiten esta Exposición y gracias por brindarnos esta oportunidad de llenar de sentimientos algo – la fotografía – que es el fiel reflejo de la vida misma, de una realidad que, con tu mirada, se viste de fiesta.

 

 !!VIVA LA MIRADA VISIBLE EN LA CIUDAD INVISIBLE!!

 Maria Pina Caruso. 2007